La alfalfa celebró 35 años desde su mayor capacitación

En la primera jornada de la Mega Exposición del Centro Argentino 2025, la alfalfa fue gran protagonista. Un repaso por la historia del cultivo en la región centro de Córdoba y porqué es necesario pensarla como un cultivo agrícola.

Durante la primera de cuatro jornadas de la muestra, se desarrolló la Jornada de Alfalfa en Acción, en la Sociedad Rural de Villa María. En el inicio, Sergio Dequino del INTA local hizo referencia a la primera jornada desarrollada en 1990 precisamente en esta ciudad, cuando se dio comienzo a una secuencia de capacitaciones y formaciones que continúan hasta la actualidad, para honrar a este cultivo que es “sinónimo de trabajo y producción”.

Marca el rumbo y la base del sector lechero nacional, “hoy por hoy el liderazgo que tiene la alfalfa, tiene origen en ese trabajo previo, en aquellos momentos, para llegar hoy al desarrollo del cluster y a lo que es un gran negocio dentro de la agricultura y la ganadería, para seguir siendo la reina de las forrajeras”, explicó Dequino.

Sergio Dequino, junto a Julián Arpón

Por su parte, el Dr. Ariel Odorizzi (foto principal), especialista en mejoramiento genético en alfalfa del INTA Manfredi, propuso pensar a la “Alfalfa con lógica agrícola”, para entenderla no sólo como una forrajera, sino para poder maximizar su producción, generar sostenibilidad y productividad en carne y leche, como producto final.

La alfalfa necesita de la polinización cruzada porque tiene mecanismos de autoincompatibilidad y autoinmunidad, para generar mayor vigor y desarrollo. Siendo cortamente perenne, tiene gran diversidad genética.

Una vez que se genera en las jaulas de policruzamiento una nueva variedad, se avanza a una multiplicación, para probar la variedad en una red, evaluarla y luego sí poder inscribirla, de acuerdo a la categoría de semilla.

Destacando la presencia de Daniel Bacigalup, uno de los grandes desarrolladores de la alfalfa a nivel nacional, explicó algunos ejemplos como el de Amaya PV Inta, del GRI 10, que tuvo un desarrollo durante 13 años, hasta su inscripción en 2019, con la evaluación de diferentes plantas que por selección agronómica, dieron lugar a un cruzamiento para llegar a la semilla de ciclo cero, para conseguir el objetivo de la multifoliocidad en alfalfa, y así superar el estándar de tres folíolos, donde se ubica la mayor proporción de proteína, para llegar por tallo de cinco a siete folíolos.

“La elección de una variedad en un cultivo de alfalfa, es una decisión necesaria, pero no suficiente. Puedo elegir una variedad de elite, pero si el terreno no es adecuado, no va a alcanzar el potencial posible”, explica.

Es por eso que tiene que mirarse con lógica agrícola, hay que ver primero cómo se va a manejar. Esto es lo que tiene que conducir al productor al momento de elegir, porque actualmente hay 430 inscriptas, pero 120 variedades disponibles en el mercado, donde se debe atender a factores como la producción forrajera, reposo invernal, persistencia y calidad, entre los principales conceptos a tener en cuenta.

Claro que el precio es clave para elegir la variedad, donde la bolsa blanca tiene más riesgo y es por eso que se debe elegir la semilla fiscalizada.

También lo es la brecha de rendimiento, la diferencia potencial en condiciones óptimas, pero donde se contemplen todas las condiciones. Los suelos tienen que estar bien drenados, con bajos contenidos de sales, profundidad de un metro, con buena fertilidad de elementos y un Ph cercano a la neutralidad, donde entra en la contemplación el cultivo antecesor y sus condiciones.

La fecha de siembra, idealmente en otoño y también algo en primavera, debe repasar momento y condiciones de germinación, pero sobre todo la temperatura en un rango de 5 a 35 grados centígrados, siendo posteriores todas las aplicaciones, pero entendiendo el objetivo de la densidad de siembra que entre los 90 y 120 días, se logren 200 a 300 plantas por metro cuadrado, correspondiendo a unos 16 a 20 kilos de semilla por hectárea. Sin diferencias productivas en siembra lineal, cruzada o sesgada, pero constando de una siembra superficial, a partir de la cual también se pueda hacer control de plagas y enfermedades, a partir de un control integrado y un manejo adecuado.

Finalmente, el presidente del Cluster de Alfalfa de Córdoba, con representación ya de 11 provincias argentinas, expuso al “Heno de alfalfa como alternativa para Córdoba y el país”.

“Queremos ponerle la corona a la reina de las forrajeras”, dijo Fabián Russo, con el objeto de fortalecer a la cadena de valor.

Los mayores demandantes de alfalfa están en Emiratos Árabes y Arabia Saudita, por la restricción de sus recursos naturales disponibles y las necesidades en establecimientos ganaderos., al igual que en otros países de Asia como Japón, China y Corea del Sur, pero a la vez Chile y Brasil.

Fabián Russo

Las proyecciones a 2028 marcan que China seguirá creciendo al dos por ciento anual, en cuanto a la demanda del heno de alfalfa, en línea con el crecimiento del consumo de lácteos en todos sus formatos y siguiendo una tendencia global, elevándose también el valor total del negocio.

Argentina exporta 140 toneladas al año, correspondiendo el 98% a la provincia de Córdoba, siendo sólo 30 mil como pellet y el resto como heno. Este número es seis veces menor al de España, como para tener una medida de las proyecciones posibles.

“Estamos ante una gran oportunidad” dijo Russo respecto a la demanda, a partir de la cual se definió una tipificación de los henos argentinos, en categorías composicionales superior, premium, primera, segunda y tercera, teniendo siempre en cuenta los umbrales de humedad máximos establecidos en el 12%, para que la mercadería dentro de un container no se deteriore.

Eficientizar los procesos, en siembra, corte, hilerado, enfardado y almacenamiento están las claves del progreso.

“Hay una demanda sin techo, insatisfecha”, habiendo muchas tecnología disponible para mejorar los parámetros de producción, pero sobre todo por la disponibilidad de tierra en Argentina, con mayor rentabilidad que la soja, con contratos a mediano y largo plazo que aportan previsibilidad.

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